Corazón que entiende, ojos que ven y oidos que escuchan son dados a nosotros, a los hijos de Sion gracias al amor sacrificado de nuestros Padres Celestiales.

La Biblia dijo que no elegimos a Dios, sino que Dios nos eligió a nosotros. Aprovechamos esa oportunidad y vivimos nuestras vidas todos los días con el poder de Dios y el poder del Espíritu Santo. Es por eso que nuestras vidas son felices y tranquilizadoras todos los días.

Todo en este mundo es temporal. Nada es eterno. La riqueza, el poder y la vida no pueden ser míos para siempre.
Esperemos el cielo eterno y vivamos una vida de fe. Obedezcamos la palabra de Dios y vayamos al cielo donde la gloria durará para siempre.

No deberíamos centrarnos en la tierra instantánea y en decadencia, sino en la eterna esperanza del cielo y la vida eterna. Puedes ser bendecido para siempre siguiendo la voluntad de Dios con plena fe y obediencia.

Somos seres muy insignificantes. Sin embargo, Dios no eligió a una persona poderosa en el mundo, nos eligió a nosotros. ¡Cuán agradecido y bendecido es esto! Como elegidos de Dios, no pongamos nuestros valores en esta tierra, sino vivamos con nuestros valores en el cielo. Y seamos nosotros los que conduzcamos hacia Dios el corazón de los que todavía están perdidos en las cosas de esta tierra.