Agradecemos a Dios Ahnsahnghong por bendecirnos para que podamos convertirnos en hijos de Dios al restaurar la Pascua, que fue abolida por el diablo en el año 325 d.C. Estoy muy agradecido y feliz de poder vivir como miembro de la familia celestial al guardar la Pascua del nuevo pacto.

Dios, el Creador, creó todo en esta tierra según su voluntad.
Todos los seres vivientes de esta tierra tienen un padre y una madre, y la vida final se da a través de la madre.
De la misma manera, nuestros espíritus tienen el Padre espiritual y la Madre espiritual, y podemos recibir la vida eterna que Dios ha prometido a través de la Madre espiritual, Dios Madre.
Y Dios estableció la Pascua del nuevo pacto y dio la carne y la sangre de Dios a los que guardan la Pascua, haciéndolos hijos de Dios Padre y Dios Madre.
Los que guardan la Pascua pueden llegar a ser hijos de Dios Padre y de Dios Madre y heredar el reino de los cielos.

Dios nos dio su carne y sangre a través de la pascua del nuevo pacto para ser nuestro Padre y nuestra Madre celestiales. Si guardamos la Pascua, la carne y la sangre de Dios estarán en nosotros, para que podamos llegar a ser hijos de Dios, ser salvos como miembros de la familia celestial y entrar en el reino de los cielos. Gracias por el amor y la gracia del Padre y la Madre celestiales que perdonaron nuestros pecados pecaminosos y los convirtieron en sus hijos.

Celebremos todos la Pascua del nuevo pacto y seamos hijos que heredarán la herencia de Dios.
Y recibamos la bendición de regresar a nuestra patria celestial llenos de felicidad y gozo.

El ser herdero de Dios todo poderoso y Rey de reyes es algo bastante asombroso que no se puede conseguir con platas u oro. Solo al celebrar la Pascua del nuevo pacto de corazón llegarán a nacer de nuevo heredando la carne y la sangre de la familia celestial.

Con gran alegría y esperanza participemos de la pascua del nuevo pacto que viene y que nos hace hijos de Dios al participar de la carne y la sangre de Dios Padre y Dios Madre. Y siendo herederos de Dios, esperemos siempre el día en que entremos en el cielo.