Hace dos mil años, Jesús nació como un bebé en esta tierra para salvar a la humanidad.
Se bautizó a la edad de 30 años y predicó el evangelio del nuevo pacto durante tres años y medio.
Después de completar su misión, ascendió al cielo.

Se profetizó que Cristo regresaría a la tierra cuando ascendiera (Hechos 1: 6-11).
Después de que Jesús ascendió al cielo, se produjeron muchos cambios en esta tierra.
El diablo enemigo cambió los tiempos y las leyes de Dios con la creencia de que Dios no está en esta tierra y que puede vencer a sus hijos.

Solo Dios puede restaurar la verdad.
Esto se debe a que la humanidad no puede encontrar la verdad de la vida a menos que Él regrese.
Nuestros pecados no pueden ser perdonados a menos que busquemos la verdad.

Si el Padre no vino a esta tierra en la carne para enseñarnos, no podemos recuperar la verdad hoy.
Todo habría terminado sin conocer la salvación, el perdón de los pecados, la vida eterna, el cielo y la Madre celestial que está con nosotros.

En la última era del Espíritu Santo, Cristo Ahnsahnghong habló de la verdad de la Pascua, que desapareció en el año 325, y se abrió el camino de la vida a la humanidad.

Cuando el Padre vino a esta tierra, nos permitió descubrir la verdad de la vida, el nuevo pacto y la Madre Celestial, y nos condujo a Sión, la última profecía, “Venid al Espíritu Santo y a la Esposa”.
Debido a que permanecemos en la verdad de que Dios ha venido y nos ha restaurado, tenemos la gracia del perdón de los pecados, las bendiciones del cielo y la esperanza de la vida eterna.

Nuestra esperanza se basa en la verdad aprobada por Dios. Mantengamos nuestra fe hasta el final y seamos la familia de Sion que da testimonio de este evangelio en Samaria y hasta los confines de la tierra.
Pensemos de nuevo en la gran gracia de Cristo Ahnsahnghong y la Madre celestial que nos mostró el camino al cielo.