Los hábitos a menudo se conocen como una segunda naturaleza. Esto se debe a que todo el mundo tiene una naturaleza innata, pero es un hábito que se ha repetido durante mucho tiempo y tiene una gran influencia en las personas.

Entre los diversos hábitos que tiene la gente, hay buenos hábitos y malos hábitos. Los buenos hábitos te ayudan a vivir tu vida de fe, pero los malos hábitos se convierten en obstáculos que bloquean el camino del evangelio. Entonces, Dios nos enseñó que podemos ir al cielo solo si nos deshacemos de nuestros viejos hábitos erróneos y renacemos en los hábitos de la gente del cielo. Miremos los malos hábitos y los buenos hábitos a través de la Biblia, cultivemos buenos hábitos, y si hay malos hábitos, deshagámonos de ellos y nazcamos de nuevo. Jesús también enseñó: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). En otras palabras, a menos que cambies los malos hábitos que tenías en el pasado por los hábitos que la gente en el cielo debería tener, no podrás entrar en el reino de los cielos. Otros como Saúl, Ofni y Finees también fueron escogidos, pero los malos hábitos a los que se habían acostumbrado los alejaron de Dios. Os pido una vez más que seáis hijos de Sión que miramos siempre hacia atrás para ver si también nosotros tenemos esos malos hábitos y damos pasos hacia el cielo con el hábito de vivir una vida hermosa que sigue a Dios a dondequiera que Él nos lleve.